martes, 20 de abril de 2010

La memoria de Emilio

Durante horas esperó junto a la vieja cabina telefónica, tal como acostumbraba. El verano era caluroso, y la lluvia refrescaba de vez en cuando los largos días, sus pies se posaban en algún charco mientras dibujaba sobre su muñeca algún garabato sin forma, después, repetía para sí algunas viejas historias que se sabía, pasaban algunos minutos, cuando él aparecía. Caminaban por las callejuelas del centro de la ciudad, hablaban de todo y de nada, miraban juntos el horizonte y reían a ratos, todo era perfecto.
Nunca había discusiones, parecía que ambos desfilaban a la eternidad tomados de las manos, pero aquella seca tarde de verano cambió su rumbo eterno. Él nunca llegó, las palabras no fueron necesarias, Emilió comprendió con exactitud el ciclo. Acompañado de sus recuerdos, recorrió las callejuelas del centro de la ciudad, pensó en todo y en nada, miró el horizonte y rió a ratos, su mundo fue perfecto.

domingo, 18 de abril de 2010

Les rêves...




A veces, cuando recuesto mi cabeza sobre la almohada y cierro mis ojos, logró estar por algunos minutos eternos en mi mundo perfecto. Allí, existe un bello campo lleno de flores, a lo lejos se dibuja un fresco bosque, donde las hojas de los enormes árboles son movidas al ritmo del suave viento. Las nubes inundan el cielo azul y cada una de éstas forma figuras que se transfroman en pequeñas historias para narrar. De pronto, el cielo se pone gris, y las nubes se hacen negras, comienza una lluvia ligera, muy ligera, que va cobrado fuerza, las gotas caen cada vez con mayor violencia, hasta que se vuelven imparables y mi rostro se humece, cierro los ojos y siento como el agua recorre mi ser por completo. Los dientes de león están algo dañados, pero las rosas siguen de pie, la tierra está tan mojada que puedo oler su delicioso aroma.

Permanezco allí, por horas, por eternidades, tendido sobre la tierra mojada y las flores con rocío, mirando el cielo y buscando historias en cada nube, esperando que el tiempo de la lluvia vuelva con sus potentes gotas que me hacen sentir vivo. Tras la calma, se acerca a mí la sobra, aquélla que protege mi presencia en este mundo perfecto. Sobre mi pecho yace su cabeza mientras sus cabellos son acariciados por mis manos aunque no conozca su rostro. Vemos el horizonte juntos, corremos por el campo y nos perdemos a ratos en el bosque, después, volvemos y nos sentamos sobre algún lugar a esperar que vuelva el tiempo de la lluvia.

¿Necesito la sombra en el mundo real?,¿Necesito conocer su rostro?, tal vez, pero eso no me preocupa, porque sé que siempre, mientras esté vivo y pueda cerrar mis ojos, la sombra estará allí para protegerme y esperar juntos los días de lluvia mientras creamos historias con las formas de las nubes.

viernes, 9 de abril de 2010

Infancias







"Me gustaba caminar con los pies descalzos sobre la arena húmeda y sentir con la punta de mis dedos la frescura del mar.... luego, caminaba más adentro, más, cada vez más, hasta que el agua llegaba a mi cintura, sentía miedo y corría hasta los brazos de mi madre, ella sólo me sonreía y me abrazaba, después, perdía mi mirada entre los azules confusos del horizonte... "

"Amaba colocar mis manos sobre el vientre hinchado de mi madre y sentir aquello que se movía..."

"Siempre me columpiaba, fuerte, muy fuerte, tanto, que sentía que volaba, que era grande, que llegaba hasta el cielo..."


"A veces, cuando íbamos a casa de la bisabuela, en la provincia, los días de lluvia se mezclaban con el frío, mi padre me tomaba muy fuerte de la mano y caminábamos sobre los adoquines aún mojados, nuestros pasos rompían los diminutos y gélidos cristales de agua. Entonces, suspiraba con fuerza para condesar mi aliento..." 


viernes, 2 de abril de 2010

En la ciudad lejana




En la ciudad, entre las cárceles de concreto, en una pequeña grieta, a penas visible, se levantaba un diminuto girasol. Cada mañana, la gente transitaba con premura la calle, casi nadie se percataba de la insignificancia que yacía bajo sus pies, excepto los niños, que algunas veces, de forma curiosa, se acercaban al pequeño objeto amarillo y le sonreían, luego, el grito de la madre les hacía correr, y de nuevo el girasol se sumía en la soledad, entre las sombras de algún edificio y el bullicio de la muchedumbre.


Sin embargo, la insignificante flor no se sentía del todo sola, pues todos los días, alzaba su mirada al cielo, para ver aunque sea por unos instantes al sol, tan deslumbrate, tan incadescente, tan magnifico, tan poderoso. Después, sobañaba, que el rey de los amaneceres lo amaba, y su cuerpo se perdía en los destellos luminosos de su amado. Pero poco le duraba el placer, porque su letargo era siempre interumpido por el ruido que provocaba el bestial andar de la gente adulta, y su temor de ser aplastado por aquellos pies sintéticos.


Algunas veces, el pequeño girasol se sentía estúpido, pues sabía que nunca el Sol se enamoraría de él, era imposible que un ser tan majestuoso se fijara siquiera en la sombra de su pequeñez. Entonces, agachaba su cabeza, se lamentaba un poco, y continuaba mirando el pasar de la multitud y la sombra de los edificios.
Una tarde calurosa y solitaria, el viento rozó los pétalos amarillos del Girasol.
-¿Qué sucede?- cuestionó la flor al amo de la brisa.
-He venido- dijo el viento- a darte un mensaje del sol.
-No lo creo- afirmó el girasol, mientras miraba con desconfianza al viento.
-Yo nunca me equivoco- asentó el poderoso viento mientras miraba a la diminuta flor.
-Si es así, ¿Cual es el mensaje?- preguntó el girasol con ansia.
-Me ha dicho- respondió el viento- "ve y busca al girasol que crece en la pequeña grieta de una ciudad muy lejana, y dile que le amo, que cada mañana me alzo por sobre la ciudad con la esperanza de verle, que su ternura me ha cautivado, que le necesito, que es mi vida, y que le suplico que siempre retoñe, porque si no lo hiciera, moriría de trsiteza y mi llama se apagaría, aunque mis rayos continuarán destellando".
-Eso es imposible- gritó el girasol con completa incredulidad- ¿Por qué el sol amaría una insignificancia como yo?
-Porque- continuo el viento- das belleza y esperanza a esta cárcel de concreto, porque tu grandeza no es tu enormidad física, porque tu corazón es puro, porque tienes inocencia, porque ries, porque lloras, porque sientes, porque contemplas, porque escuchas, porque observas, porque sabes vivir, porque quieres vivir, porque eres tú...
La tarde se volvió más fresca, la muchedumbre continúo su marcha sobre las calles, los edificios se hicieron más pequeños y el girasol permaneció allí, inmutado, viendo el humo de las fábricas, escuchando la risa de los niños y sintiendo al sol que lo miraba.