Todo el verano lo estuvo pensado con detenimiento, así, que para los primeros días de otoño la decisión ya estaba tomada, Alberta iría con el curados de corazones, seguro él tendría la solución. Se levantó de la cama, se puso un tanto de colorete en las mejillas, alació sus cabellos, pintó un poco sus labios de rosa y salió rumbo a la clínica Heart Health.
Los tacones de Alberta resonaron en los silenciosos pasillos de la clínica, allí fue recibida por una enfermera de sonrisa amable, no parecía haber mucha gente, y la poca que había parecía estar siempre alegre.
-Bella tarde señorita, Heart Health le da la bienvenida, antes de pasar con el curador de corazones, le haré un pequeño cuestionario, ¿está bien?, es política de la clínica, perdón si le causa molestias- dijo la enfermera.
-Claro que no, adelante- contestó Aberta.
-¿Cómo se ha enterado usted de nuestros servicios?
-Hace un año más o menos, mi amiga me contó de la existencia del curador de corazones, que tenía todo tipo de remedios, que había ido a verlo, y que desde ese día se sentía muy feliz.
-¿Y que le ha traido con nosotros?
-Francamente yo no confiaba en ustedes, pero los estragos del amor, varios espectaculares y la constante publicidad en las más prestigiosas revistas de moda, me convencieron, tenía que acercarme con ustedes.
-Muy bien, es todo por el momento... Sígame por favor, el curador de corazones le espera.
Alberta entró a un pequeño cuarto lleno de luz, las paredes eran blancas y sólo había dos pequeños asientos, la enfermera le pidió que se snetara, así lo hizo, mientras esperaba pacientemente al curador. Después de algunos minutos, una anciana entró a la diminuta habitación, era algo regordeta, y su cabeza estaba cubierta por un sombrero muy grande, venía vestida totalmente de blanco.
-Bella tarde, soy el curador de corazones- sonrió la anciana- ¿A qué se debe esa cara de sorpresa?- preguntó.
-Me esperaba a un hombre, además mi amiga me había dicho que usted era sumente atractivo.
-Ya veo, en efecto, puedo ser un hombre muy atractivo, una mujer de cabellos rubios y formas elegantes, una simpática niña pelirroja o una anciana regordeta, puedo ser mil personas, yo simplemente tomo la forma de lo que tu sbconsciente desea.
-¿Y el mío ha deseado una anciana?
-Sí, lo supongo, sino habría cobrado otra forma... En fin, dime cariño, ¿qué haces acá?
-He venido a que me cure el corazón.
-Claro, a eso me dedico, en Heart Health existen remedios para todo. Tenemos jarabe de olvido, una cucharada y los malos recuerdos se esfumarán de su mente para siempre, incluso los peores, tenemos píldoras para la felicidad, no importa que tan patético haya sido su día, al tomar una de éstas usted simplemente no podrá parar de feliz, tenemos cápsulas para el corazón e inyecciones para arreglar el mal de amores, sedantes hipnóticos para no resentir la partida de los hijos del hogar y unos pequeños caramelos de urgencia que sirven para disimular la tristeza al recibir una mala noticia, en fin, en la clínica hay de todo, incluso maquillaje para la hipocresia, tan necesario en esas fiestas familiares, donde nunca falta el pariente incomodo, a quien sin más remedio debemos sonreirle. Entonces dime, ¿qué es lo que deseas?
-No sentir más.
-En Heart Health lamentablemente no existen aún los remedios definitivos, todos son temporales, aunque podrías llevarte las pastillas de corazón, el efecto es más o menos de 24 horas continuas de felicidad... o quizá, deberías llevarte un té de olvido, una dósis por la noche y al siguiente día olvidarás aquello que hirió tu alma, de tus recuerdos saldrá su rostro, su nombre y sus palabras. Claro, el efecto no es eterno, pero en cuanto sientas que las imágenes vuelven a tu cabeza, sólo tomas otra pequeña dosis y listo.
-Quiero que me extirpe el corazón.
-¿Estás segura?, si lo hago, serás incapaz de sentir, no sentirás, ni dolor, ni tristeza, pero tampoco amor o felicidad, habrás perdido tu humanidad.
-Si.
Después de algunas horas, Albertina salió de allí, ni triste, ni feliz, sólo sin corazón.
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