sábado, 14 de abril de 2012
miércoles, 11 de abril de 2012
Caminos
Mientras camino, me gusta sentir el viento, la sensación que deja su suave roce sobre mi piel y la ligera sequedad en mis ojos que me obliga a parpadear un poco más rápido.
Agachar la mirada y contar mis pasos: uno, dos, uno, dos, tres, uno, dos, uno, dos, tres....
Dar pasos muy largos y después dar pasos muy cortos: uno, dos, uno, dos, tres, uno, dos, uno, dos, tres...
Caminar por horas... como sin rumbo. Sentarme en algún lugar.
Crear mis absurdos diálogos internos: "¿Qué ves?", "esa nube de allá, creo que parece una princesa... o quizá un caballo", "creo que también podría ser un monasterio", "sí, quizá...", "¿Crees que llueva?", "eso espero", "¿Por qué te gusta tanto la lluvia?", "aún no lo sé, quizá porque me hace sentir un poco más libre, me hace sentir etéreo", "¿Y por qué te empeñas tanto en tratar de ser etéreo?", "tampoco lo sé, es que... a veces siento como si no fuera de este mundo, sólo eso, tonterías mías", "ya se ha nublado y el viento sopla más fuerte, tal vez el dios ha escuchado tus rezos, ¿nos refugiamos ya, o quieres esperar a sentir la primera gota?"
Mientras camino, me gusta sentir el viento porque seca mis lágrimas.
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