martes, 29 de diciembre de 2009

Inés

"Un bel di vedremo
Le varsi un fil di fumo
Sull'e stremo con fin del mare
E poi la nave appare"
Madame Butterfly
-Soy Inés, la católica, creo aún infinitamente en las palabras que él me dio. Él hablaba de forma elocunete, su lenguaje no pertenecía al vulgo, no sé exactamente donde fue educado, pero era evidente que no provenía de un lugar común. Sus ojos era azules, muy azules, él me decía que los odiaba, que eran demasiado llanos y excesivamente azules. Yo los amaba, podía quedarme horas enteras observándolos. Para ser muy franca, lo único que recuerdo de él con mucha exactitud, son sus ojos y sus hermosas palabras, lo demás permanece muy vago en mi memoria.
Dentro de la vaguedad de mis recuerdos, aún puedo sentir el roce de su mano con la mía mientras tomabamos café en el centro de la ciudad. Era la tarde, la noche comenzaba a caer y el escándalo de la vendimía se iba opacando conforme se oscurecían las avenidas y callejuelas de la ciudad, la llovizna hizo correr a la multitud, mientras él y yo continuamos charlando, repentinamente tomó mi mano, la frotó contra la suya y me plantó un beso. No recuerdo como fue éste, pero supongo que me gustó, todo de él me gustaba.
Estoy segura que lo amaba muchísimo, aunque dudo que él sintiera lo mismo, incluso no sé si él llegó a enamorarse de mí, yo sí lo hice, desde la primera vez que lo vi, con su saco negro, sus zapatos relucientes, su mentón perfecto y sus ojos azules, muy azules. Era más alto que yo, y eso me agradaba, aunque cuando usaba tacones casi estaba a su altura, no espiritual, pero por lo menos física.
Era amable y caballeroso, aunque algo seco, sin embargo, siempre encontraba la ocasión para hacerme reir por lo menos un rato. Nunca dijo que me amaba, yo lo hice en varias ocasiones, pero nunca tantas como hubiera querido, temía alejarlo con mis palabras. Cuando le decía cuanto lo queria y necesitaba, el volteaba su cabeza hacia mí, me miraba fijamente con sus ojos muy azules y asentaba ligeramente, después sonreía con dificultad y decía "Inés eres muy hermosa, mi Inés, la católica", entonces, yo estallaba en hilaridad, le abrazaba y me iba a una habitación solitaria para derramar un par de lágrimas, después continuaba con mi vida, la vida de Inés.
Era un hombre con mucha clase, gustaba de tomar una o dos copas de buen vino durante la comida, después se dirigía a su estudio, un lugar sagrado, y devoraba libros con desesperación. Jamás nunca podría compararme con él, pues era un erudito, un bello ser humano que había sido bendito con un espíritu inquieto. A veces, me sentaba sobre sus rodillas y jugueteaba vulgarmente con su corbata y sus cabellos, después, él me cargaba y arrinconaba en el sofá, entonces comenzaba a besarme con desesperación, setía su aliento muy cerca del mío, respiraba su aroma y veía sus ojos azules, muy azules, luego, con mi voz casi quebrada le decía, "y si tenemos un hijo, y si adoptamos", él se alejaba de mí, se sentaba, agachaba la cabeza y me repondía, "claro, algún día, te lo prometo". Yo aún creo en sus palabras.
Debo admitirlo, él me refinó, hizo de mi una señorita y una dama después. Primero se sentaba y leía junto a mí, me guiaba, me ayudaba a interpretar los libros, acariciaba mis castaños cabellos y me indicaba la forma correcta de expresarme, tanto oral como corporalmente. Al terminar la lectura, acudiamos juntos al jardín y nos deleitabamos tomando café, galletas y escuchando música. La verdad, casi siempre caía en sueño cuando hacíamos eso, era tan aburrida la música que el amaba, aunque él decía que era exquisita. Sin embargo, la primera vez que oí Madame Butterfly no puede evitar adorarla. Entonces, él se dió cuenta de mi gusto, y con una leve sonrisa comenzó a traducir la opera entera.
Pocos días después, comencé mis clases de italiano, lo que me llevó también a aprender francés y finalmente inglés. No podía dejar de escuchar "un bel di", todas las tardes, sin falta y de manera casi metódica, tomaba un chocolate, miraba por la ventana y veía el cielo, de tal forma que imaginaba el barco de Madame Butterfly, luego cantaba con mucha fuerza y sentía cada palabra, mi cuerpo vibraba y mis ojos se abrían más. Él llegaba, me miraba desde la puerta y me preguntaba si ya había terminado, entonces le sonreía y confirmaba con mi cabeza que mi éxtasis había pasado.
Algunas veces, el señor de los ojos azules se molestaba conmigo, me decía que cómo era posible que amara tanto "un bel di", que era una letra totalmente sosa y machista, que hacía creer a las mujeres objetos indefensos y a la merced de la caridad de los hombres. Entonces, yo sonreía un poco, sólo un poco, me acercaba hasta él, y le murmuraba al oído diciéndole que si acaso él un día tuviese que partir sin mí, no quisiera que lo esperara, al oir mis palabras murmurantes, se alejaba unos pasos de mí y me decía, "tu puedes esperar por quién quieras", después yo insistía, hasta que finalmente me tomaba de las manos y me decía, "está bien, si es lo que deseas oir, lo diré, quiero que esperes por mí", luego yo lo abrazaba. Aún creo en sus palabras.
Nuestra vida era casi perfecta, el único problema era cuando hacíamos el amor, él era muy apasionado, a veces incluso violento, aunque admito que lo disfrutaba, la cuestión venía al terminar el acto, cuando el se iba corriendo al baño a vomitar y a romper en llanto en la bañera, diciendo que se sentía sucio de hacerlo con Fernando, que era una bestia abominable ante los ojos del Creador. Entonces decidimos traer a Inés a nuestras vidas... entonces me convertí en Inés.
Me levanté una mañana, pinté mis labios de rojo, me puse rubor sobre las mejillas, depilé mi cuerpo entero, me puse tacones y un vestido algo anticuado. Él me vio y quedo maravillado, dijo que era muy hermosa, que mi cuerpo tan frágil y bello no tendría problema para cubrirse con exquisitos vestidos europeos, y desde ese día me convertí en una muñeca, su muñeca. Le gustaba vestirme y verme caminar sobre tacones, le excitaba mi delgado cuerpo y mis suaves manos. Finalmente dejó de vomitar y llorar como un niño.
Yo me crié en uno de los barrios más bajos de la ciudad. Era un niño bastante débil, pero muy agraciado, o eso decían las personas, cuando mi madre ya no pudo pagar mis estudios, busqué trabajo, pero todos eran míseros, así que decidí ir con mi amigo Lucas, quien me prometió que me ayudaría encontrar un mejor trabajo, muy fácil y mejor remunerado. Entonces llegamos con Mateo, el dueño de la calle, cuando me vio dijo que sería buena mercancía, y que pagarían muy bien por mi cuerpo. Sin embargo, no fui hombre de muchas expericiencias, porque pronto llegó el señor de la palabra elocuente.

martes, 8 de diciembre de 2009

Notas sobre pensamiento africano




En esta ocasión deseo hablar un poco sobre África, su forma de pensamiento y su filosofía. Antes tengo que aclarar que no soy un experto en el tema, y que simplemente escribiré acerca de tres frases que conocí en mi clase de "África" y las cuales me impactaron mucho. Primero, porque soy un fiel creyente y defensor de la cultura occidental y de lo que ésta ha construido, aunque obviamente todo es perfectible, y en segundo lugar, porque estas frases tienen la fuerza necesaria para destrozar la cosmovisión occidental sin ningún problema, son capaces de ponernos a reflexionar y cuestionarnos sobre lo que somos, nuestro pasado y povernir.

Pese a todo, debo confesar, que por mi parte continuaré siendo un verdadero defensor de la cultura occidental, el liberalismo político y el capitalismo económico, salpicado con un Estado de bienestar en una lógica keynesiana, acompañado de un ideal socialdemócrata. Sin embargo, sería totalmente injusto para los ojos de la Divinidad, e incluso de los hombres cultos e inteligentes, que la belleza de las siguientes frases se perdieran y quedaran en un olvido, éstas deben permanecer junto a nosotros siempre, para recordarnos que el mundo que hemos construido no es perfecto, pero siempre existirá la posibilidad de mejorarlo.


"Tú tienes el reloj, yo el tiempo... (Tuareg)". La prisa parece ser parte indispensable de la vida diaria, nadie huye de la voluntad de las manecillas del reloj, todo se mide, todo se comienza y todo se acaba. Es verdad, los acontecimientos tienen un principio y un fin, sin embargo, a diferencia de la lógica occidental donde el tiempo tiene que ser medido para ser exacto, la cosmovisión africana ve al mismo como una serie de acontecimientos cíclicos, no existe el pasado, ni el presente, ni el futuro, porque todos son lo mismo, sólo son tiempo. Éste, entonces, no puede ser medido, sino simplemente es; las cosas pasan cuando tienen que pasar, pues aquél es exacto en si mismo y no necesita de ninguna herramienta para serlo.


"Cuando los blancos llegaron, nosotros teníamos la tierra y ellos la biblia, nos hicieron orar con los ojos cerrrados, y cuando los abrimos, ellos tenían la tierra y nosotros la biblia ... (Kenyatta)". La frase es contundente, su valor espiritual es infinito, pues la misma nos hace ver la grandeza del espíritu humano que se ecuentra opacada bajo los apetitos de la acumulación, no obstante, la esperanza no se pierde, pues existen humanos capaces de romper la cárcel del cuerpo y la tierra, para ser verdaderamente libres, volar con el aire y sentir el sol.


"Si quieres saber lo que se, si quieres saber lo que soy, olvida por un momento lo que sabes y deja de ser quien eres". El significado de esta frase es muy bello, ya que nos invita a ser humildes con las palabras y con el orador, a alejarnos de nuestro egoismo y ver que no somos los únicos en este mundo, pues éste está conformado de miles de voces y tal vez alguna de ellas tranquilice nuestra alma.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Le Festin de Camille (traducción)





Les rêves des amoureux sont comm’(e) le bon vin
Ils donn(ent) de la joie ou bien du chagrin
Affaibli par la faim je suis malheureux
Volant en chemin tout ce que je peux
Car rien n’est gratuit dans la vie

L’espoir est un plat bien trop vite consommé
A sauter les repas je suis habitué
Un voleur solitaire est triste à nourrir
A un jeu si amer je n’peux réussir
Car rien n’est gratuit dans…

La vie… Jamais on ne me dira
Que la course aux étoiles; ça n’est pas pour moi
Laissez moi vous émerveiller et prendre mon en vol
Nous allons en fin nous régaler

La fêt(e) va enfin commencer
Sortez les bouteilles; finis les ennuis
Je dresse la table, de ma nouvell(e) vie
Je suis heureux à l’idée de ce nouveau destin
Une vie à me cacher et puis libre enfin
Le festin est sur mon chemin

Une vie à me cacher et puis libre enfin
Le festin est sur mon chemin


El Festín
Los sueños de los amantes son como el buen vino,
Ellos dan la felicidad o bien los lamentos.
Debilitado por el hambre yo estoy molesto;
Volando por el camino todo lo que yo puedo
Pues nada es gratis en la vida.

La esperanza es un platillo que se consume bastante rápido en la vida,
Pero a saltar la comida yo estoy muy bien acostumbrado.
Un ladrón solitario esta triste para alimentar
A un joven tan amargado, pero yo puede tener algo de éxito,
Pues nada es gratis en esta vida.

La vida nunca me dirá
Cual es el curso a las estrellas, eso no es para mí,
Déjenme maravillarles y tomar mi propio vuelo;
Nosotros vamos, en fin, a ofrecerles un festín.

La fiesta va a comenzar,
Saquen las botellas, terminen con el aburrimiento,
Yo pongo la mesa de mi nueva vida.
Estoy feliz por la idea de este nuevo destino,
Una vida me oculté y ahora soy libre al fin,
El festín está sobre mi camino.

Una vida me oculté y ahora soy libre al fin,
El festín está sobre mi camino.


jueves, 3 de diciembre de 2009

Tod@s somos la excepción de la regla...




Según el filme de He's not just that into you, la regla es: "a ningún hombre le interesas realmente, sólo quiere tener sexo contigo o divertirse, si no te llama y no te busca, es que realmente no le interesas..." palabras tan ciertas jamás nunca se han dicho...

Cuando nos damos cuenta de la verdad, cuando sabemos que somos la regla, nuestro mundo se transforma, nos caemos y no queremos levantarnos, pensamos que ya no habrá otro, que vivimos en una tragedia... nos deprimimos, nos tendemos en la cama, nos da por la nostalgia y pensar en que "hubiera..." , en el "si yo... si él...", "qué hice que...", etc. Sin embargo, no importa cuán hayamos amado a esa persona o cuán trágico haya sido el desenlace nosotr@s siempre seremos la excepción de la regla...

Cuando nos rompen el corazón, queremos no volver a sufrir, no volver a amar, queremos, incluso, que esa persona agonice igual o más que nosotros, que tenga su merecido... y es lo natural, hasta podríamos decir que es lo justo... creemos que no hay razón alguna para estar felices, que somos la burla del destino... Pero... ¿ en verdad somos la regla ? ¿ y si ser la regla nos hace la excepción de la misma ?

Es tristísimo que esa persona no nos haya amado. Los hubiera son muchos, pero las oportunidades nulas, y duele aceptarlo, pero por lo menos podemos estar felices, felices de haber amado, de haber sentido, de saber que estamos vivos, que somos humanos.

Es trágico que esa persona no haya podido permanecer a nuestro lado, tal vez no lo hizo por miedo, porque el destino así lo quiso, porque no nos amaba, porque jugaba con nosotros, en fin, por qué hay muchos, pero razones sólo una... y la razón es, porque así es la vida... porque si no probaramos los desaires amorosos a que sabría la vida...

Al abrir los ojos, sólo hay que recordar que amar nos hace estar más cerca de lo Divino, si jamás nunca nadie nos ama, si jamás nunca encontramos al "correspondido", no hay que entristecernos, porque sabremos que logramos amar y por lo tanto, estamos cerca, muy cerca del cielo... Esa persona llegó a nosotros por algo, nos dejó vivencias, enseñanzas, vicios, pesares, pasiones, dolores, pero lo más importante, es que nos abrió paso para acercanos poco a poco a nuestro destino...

Así que cuando alguien les rompa el corazón llorén, muy muy fuerte, que los oiga el viendo, que los oiga el sol, que las nubes tiemblen con su llanto, que se les vaya la vida y el alma, pero al terminar, sequen sus lágrimas y sonrían, vean al pasado (porque éste siempre estará allí se quiera o no) y sonríanle, porque por dentro sabrán que lo Divino está más cerca.