martes, 1 de febrero de 2011

El beso




Su respiración está cerca, puedo sentir sus labios húmedos, un pequeño e incomprensible calor se hace presente, su saliva está allí, su lengua recorre mis labios. Mis ojos permancen abiertos, muy abiertos, son imposibles de cerrar. Después, intento que permanezcan cerrados, como todos hacen, pero se abren, entonces veo sus pestañas, mis ojos las recorren, quizá sea un fetiche, o una aprehensión, pero las veo, me gusta su color, son negras, túpidas, a veces pequeñas, otras largas, pero me agradan.
Mientras aquél continua jugando con mi lengua, mi mirada se afianza a sus pestañas, por instantes me pregunto porqué soy incapaz de cerrar mis ojos, como todos hacen. La saliva es calida y las pestañas son negras, túpidas, a veces cortas, otras veces largas, las observo con atención y creo historias. Entonces pienso en el matrimonio de la luna con el sol y me cuestionó acerca de donde porvendrán las lágrimas que forman los ríos, continuo clavado en sus pestañas, no puedo dejar de mirarlas.
Sus pestañas se alejan de mí, ha terminado, veo el color de sus ojos, me da una leve sonrisa, yo hago lo mismo, fijo mi atención para intentar ver de nuevo sus pestañas, pero es dificil, después giro un poco la cabeza aunque él siga sonriendo. Pienso entonces en el matrimonio de la luna con el sol, me cuistiono acerca de su felicidad, quizá la luna esté enamorada del lirio, quizá el sol esté enamorado del río, pero han sido destinados a estar juntos para mantener el equilibrio.

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